Los usuarios finales siempre intentarán que la futura aplicación automatice sus procesos diarios y así hacerles a ellos (y no a la compañía) el trabajo más fácil. Cada uno de nosotros tiene su forma de trabajar en el día a día, unos utilizamos documentos de texto, otros hojas de cálculo, o mensajes de correo, o quizá programas con calendario y tareas o, incluso, la olvidada libreta de papel con cuadros y el bolígrafo, sí, el bolígrafo. Si el cliente cede todo el poder de decisión a los usuarios finales éstos, ten por seguro que te pedirán (si, por ejemplo, les quisiéramos desarrollar una Intranet):
- Que el programa pase sus apuntes de Word al mail, se envíen y guarden una copia en la intranet en formato PDF.
- Que el programa lea sus “excels” (sin formato definido) y lo guarde en la base de datos de la compañía, ah, y que les envíe un mail cada noche con las coordenadas de las celdas de color rojo.
- Que el programa escriba un mail a partir de las notas escritas en su libreta Moleskine.
- ….
Cierto, cada uno de nosotros trabajar de una forma distinta, pero quizá debamos guardar los documentos en un repositorio común y no en la carpeta Mis Documentos de nuestro PC, compartir nuestros links favoritos (los profesionales) en la Intranet y no guardarlos en mi navegador, o publicar las conclusiones de un proyecto en el blog interno, en vez de guardarnos ese conocimiento.
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